Las cuestiones del análisis musical

La clave del análisis es hacer las preguntas adecuadas.

¿Qué es el análisis musical?

El análisis musical es un proceso y el resultado del mismo, cuyo objetivo es profundizar en el conocimiento de una obra o hecho musical.

¿Qué implica analizar?

Analizar significa descomponer la música, dividirla y separarla todo lo necesario para, después, relacionar sus componentes mediante argumentos, a modo de interpretación, dándole un sentido a lo analizado.

¿Cuáles son las fuentes del análisis?

Las fuentes para el análisis son todas aquellas que nos permiten acercarnos al hecho musical.

Entre ellas están las que componen al propio hecho musical: la partitura, tanto lo que aparece en ella como lo que no aparece; las interpretaciones existentes (ejecuciones y análisis); la experiencia auditiva individual de la música. Estas fuentes pueden ser ellas mismas objeto de análisis; por ejemplo, además de analizar la música mediante la partitura, es posible analizar la propia partitura.

También se usan fuentes externas al propio hecho musical: el contexto histórico, cultural y artístico; la información sobre el/la compositor/a, sus intenciones compositivas (explícitas), y la relación de lo analizado con el resto de su repertorio y música de estilos similares; las diversas teorías sobre la música y su análisis.

¿Qué ideas, elementos y parámetros se buscan y utilizan en el análisis?

Son objeto de análisis todos los componentes de la música que se analiza.

Se puede hacer un análisis en base a ideas como: la estructura, la forma, la coherencia y la lógica; la tensión, la expectativa-resolución, el equilibrio y la direccionalidad. De forma similar, podemos analizar especulando sobre las intenciones implícitas del compositor o compositora.

En base a estas ideas, el análisis busca y emplea todos los aspectos musicales relevantes en las dimensiones pequeñas, medias y grandes del hecho musical. Esto incluye las notas, melodías, acordes, armonía, timbre, ritmo, tempo, motivos, periodos, frases, semifrases, articulaciones, texturas, densidades, continuidad/discontinuidad, homogeneidad/heterogeneidad… En general, se buscan patrones, relaciones recurrentes y/o significativas en la música.

Un análisis completo debe tener en cuenta toda la información potencialmente significativa. En la base de todo están los parámetros del sonido: altura, duración, intensidad y timbre. A partir de aquí, todos los conceptos se forman mediante relaciones de estos parámetros. Tan importante como el sonido son el silencio -la ausencia relativa de sonido- y el ruido -la interferencia en el sonido.

¿Cómo es un buen análisis?

Los análisis no son objetivos, sino interpretativos, por lo que no hay respuestas que sean correctas o incorrectas por sí mismas. Sin embargo, hay dos criterios principales para evaluar un análisis como bueno:

Validez argumentativa: un análisis debe ofrecer una conclusión y unos argumentos (ejemplos musicales) que apoyen dicha conclusión con coherencia, relevancia y cercanía a la música. El analista debe explicar qué cosas del hecho musical están relacionadas entre sí y por qué ello es relevante.

Interés: un análisis debe resultar interesante, estimulante y útil. Si uno hace un análisis por su cuenta, basta con que el resultado sea estimulante para él mismo; en el ámbito de la musicología en general, el análisis debe ofrecer una visión distinta a las ya conocidas con anterioridad. Un análisis que no aporte nada interesante, que sea obvio, o que ofrezca una visión demasiado lejana a lo analizado, por lo tanto, no será un buen análisis.

Así, la sensibilidad musical y el pensamiento racional son las guías para el análisis musical, y no lo que una teoría u otra nos diga que debemos encontrar mediante el análisis. Estas aportaciones son muy valiosas, pero sólo pueden servir como orientación, como una red de posibilidades siempre abierta a la crítica.

¿Para qué sirve el análisis?

El análisis no tiene un fin en sí mismo, sino que debe ser de utilidad o interés para algo.

Para la persona orientada hacia la composición, el análisis le permite comprender cómo compositores/as anteriores han elaborado sus obras, es una manera de darle sentido a lo que escucha, en busca de herramientas para su camino en la composición. Así, parte de la idea de “esta obra, este fragmento o este sonido me resulta interesante; ¿cómo y por qué suena -o lo escucho- así?”.

Para la persona orientada a la interpretación, el análisis puede resultarle útil de varias formas: en primer lugar, porque comprender algo, poder darle sentido, te permite manipularlo con mayor flexibilidad y libertad; en segundo lugar, porque comprender algo permite una memorización más profunda, fiable y duradera que una memorización superficial; en tercer lugar, porque explorar algo detenidamente te permite encontrar cosas que pueden ser relevantes para tu interpretación que, de otra forma, hubieran pasado desapercibidas. Por último, porque si entendemos la ejecución de una música como un ejercicio interpretativo, donde la obra musical no termina en la partitura, sino que el intérprete debe ofrecer una visión que “reconstruya” tal obra, éste debe ser capaz de pensar como un compositor y, para ello, comprender como han sido construidas dichas obras.

Para el musicólogo el análisis es una herramienta indispensable para poder, a la vez, reconocer y destacar la personalidad y unicidad de una obra, así como para entenderla como un objeto histórico, fruto de su momento y contexto histórico. Por otra parte, le sirve para extraer normas, convenciones o características comunes a diversas obras, con el objetivo de elaborar teorías que expliquen la naturaleza de la música.

Deja un comentario