La educación musical debe actualizarse. No de forma puntual o accesoria, sino a nivel estructural. Tanto la psicopedagogía como la música han ampliado sus horizontes en las últimas décadas y siglos, y rechazar esta idea significa mantenerse voluntariamente anclado en el pasado, en sus realidades -o peor aún, en los espejismos de lo que fueron- y en sus ideas.
El concepto de la música, por una parte, y la aplicación de la psicopedagogía contemporánea, por otra, son los dos temas principales sobre los que se debe reflexionar, a cuya raíz saldrán otras dudas progresivamente más específicas y prácticas. Y dado que las características de la pedagogía elegida para la enseñanza están absolutamente entrelazadas con el objeto de aprendizaje, en este caso la música, no se puede definir uno sin definir al otro.
Las primeras cuestiones que surgen en este sentido, en el ámbito musical y el psicopedagógico respectivamente, son:
- ¿Qué concepto de música deben sustentar/promover instituciones como los conservatorios? ¿Vale cualquier comprensión de la música? ¿Cuáles son los principios y los valores artísticos y pedagógicos que deberían definir a los conservatorios?
- ¿Cómo pueden trasladarse los conocimientos psicopedagógicos contemporáneos a la enseñanza musical profesional? ¿Qué consecuencias tienen esos conocimientos en la estructuración de estas enseñanzas musicales?

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